Translate

miércoles, 26 de enero de 2011

Sonrisas tímidas





Rompiendo distancias

Una se da cuenta de que a pesar que pase un tiempo, las pequeñas cosas que otorgan la esencia a un lugar siguen siendo las mismas. Varanasi sigue desprendiendo la misma intensidad de siempre, esa fuerza que te encoge el alma, que te agarra y no te suelta. Te hace suya.

La casa parecía más vacía desde la marcha de Javi y Maria Antònia, hasta ayer. Belén, traductora voluntaria para Semilla en España y madrina de una niña escolarizada, se unió por unos días al equipo en terreno aprovechando su visita a Varanasi.

Resultó muy tierno observar la reacción de Sajida, de 7 años, al conocer a Belén. Con una mirada entre confusa y expectante, una sonrisa tímida y un repentino bloqueo ante una situación nueva y desconocida.

Es difícil para ellos comprender el rol de sus padrinos. Recibir ayuda gratuita de alguien que ni siquiera conocen personalmente les resulta extraño de concebir, pero lo que sobre todo les desconcierta es el cariño recibido cuando se da la oportunidad de presentarles en persona.

No cabe más belleza que descubrir la felicidad de una niña al sentirse cercana al afecto, al mostrar su incondicional respuesta de respeto, amistad e inocencia.
Aunque abrumada por ser el centro de atención, Sajida no tardó en hablar de Belén como su nueva amiga. No hay duda de que la amistad va a ser recíproca por mucho tiempo.



sábado, 15 de enero de 2011

Lluvia de cometas


Llevábamos muchos días con el frío en el cuerpo. Se convierte en obsesión cuando no es posible encontrar ni un solo cálido refugio en toda la ciudad. Las calles de Varanasi, teñidas de espesa neblina, adquirieron todavía más misterio y se convirtieron en un lugar de paso con transeúntes envueltos en mantas cómo único remedio para combatir la gélida brisa.

Ayer, 14 de enero, el sol ya se asomó con más esmero. Eran muchos aquí los que afirmaban que a partir de esa fecha la ciudad retomaría su luz. Y así fue. No solamente hubo calor, sino también colores. En el Festival de los Cometas, el cielo quedó bañado de cientos de papeles en movimiento. Nuestros pequeños no fueron menos y disfrutaron como nunca manejando los hilos de sus cometas con una destreza sorprendente. Ni qué decir de su entusiasmo cuando les llevamos en bote hasta la otra orilla del río, donde les esperaba una gran explanada de arena para esparcir su alegría.


Después de largos días sin escuela debido al cierre de las aulas por las bajas temperaturas, se retoman las clases. Los niños y niñas de Semilla han estado asistiendo a clases de refuerzo para no perder el ritmo y mantener su concentración en los estudios.

En Sigra sigue aumentando el número de alumnos que pronto iniciarán el curso escolar. Sus progresos van incrementándose, así como nuestra cercanía con las familias, cada vez más confidentes e involucradas. Así lo demuestra su asistencia e interés en las sucesivas reuniones de padres y en su actitud receptiva en talleres para reforzar hábitos higiénicos básicos para la prevención de enfermedades.

Las sesiones informativas se complementan con el reparto de pastillas de jabón y cepillos de dientes. En estos días de invierno, son muchas las personas que no disponen de abrigo para cubrirse, derivando en algunas ocasiones a graves estados de salud e incluso la muerte. Tras una recolecta de ropa de abrigo y mantas, realizamos el reparto de varias prendas por familia.

Se va el frío y se van también algunos de nuestros compañeros. Maria Antònia y Javier seguirán su ruta por estas tierras de contrastes tras la grabación de un documental para su productora Mamaterra Producciones que hablará de la labor que Semilla para el Cambio desarrolla en Varanasi. Se les echará de menos, pero no perderemos su rastro.

miércoles, 12 de enero de 2011

Nada es lo que parece



Son ya muchos días sin escribir aquí. Como sabéis los que nos vais siguiendo, tuve una caída durante mi primera estancia en Varanasi. Digo primera porque la cosa acabó en una hospitalización por la supuesta fractura de dos vértebras y mi evacuación a España con desplegamiento de ambulancias y sillas de ruedas incluido; eso sí, en primera clase. Dicho así, aunque breve y ahorrando detalles que prefiero no recordar, parece una fractura seria. Y creedme que me hundí en una profunda desmoralización al tener que abandonar un proyecto y unas ilusiones a medias. Lo que no podía llegar a imaginar, a pesar de sucesivos capítulos desagradables con los médicos indios, es que todo fuera obra de una artimaña para estafar a la compañía de seguros y generar así un estado de grave preocupación a mi familia, amigos y a una servidora.

La palabra enfado se quedaría corta para describir lo que siento. No negaré que, por la parte que me toca, sentí un gratificante alivio cuando después de un mes tumbada en una cama y escuchando a los médicos indios preguntándome si podía mover las piernas ante su reiterada insistencia en poder quedarme paralítica, un médico de Barcelona me dijo que se trataba de una leve fisura que necesitaba un poco de reposo y algo de paracetamol.

Un tac, una resonancia magnética y una radiografía realizadas en India mostraban claramente la rotura de mis vértebras, tres pruebas con las que queda excluido cualquier margen de error posible pero no los 300 euros que cuesta cada escáner.
Cuando me dieron el alta me brindaron un corsé, producto de alto coste en India. Su “atención” fue tanta que incluso me asignaron un médico indio acompañante desde Varanasi a Barcelona.

Indignación, decepción, impotencia y rabia, mucha rabia. Pero aún así, aquí me tenéis de vuelta. Porque ni siquiera sucesos como éste pueden destruir las ganas de seguir trabajando en aquello que una cree.

Es un placer volver a casa. Y ahora, en este nuevo año, hay que ponerse en marcha.